Un Cannes literario

Anoche tuve la inmensa suerte de ver por primera vez (la había leído hace años pero no es lo mismo), la versión de “Larga jornada hacia la noche” (obra con Pulitzer) que dirigió Lumet con Katherine Hepburn. Dios, qué gusto ver a ese tótem de la interpretación desmoronarse viva encerrada en su adicción a la morfina y al tremendismo (si no la habéis visto, deberíais hacerlo ya mismo). Es teatro filmado (aunque Lumet se invente verdaderos planos-maravilla para dotar de imaginario a las palabras de O´Neill), pero del bueno, del “bigger than life”, del que te pone la carne de gallina y los ojos como platos. Del que te hace añorar el despliegue de la actuación. Del que hace que quieras ser americana o inglesa y haberte dedicado a los escenarios.

Esta mañana, aún resacoso de la experiencia emocional, y pensando en su prima hermana, la “Virginia Woolf” con Burton y Taylor (lo que les gusta hincar el codo a todos estos personajes), me he acordado de que el Festival de Cannes comienza ya mismo. Mientras me zampaba un kiwi, por un inconsciente proceso mental interior, he recapacitado (pijama puesto, mirada perdida, kiwi en la mano – una versión cutrelux del comienzo de “Atlantic City”, cuando Susan Sarandon se refregaba con limón el sobaquerío – yo el kiwi no me lo he podido restregar por ningún sitio) en cuánto debe el cine a la literatura y cuánto debe la literatura al cine.  Y sí, por literatura también entiendo el teatro. Y algunos guiones de cine.

¿Cuántos Festivales literarios existen? Varios: la feria de Frankfurt, los Hay Festival y un largo etc de encuentros semipoéticosconunpuntitodejipismotrasnochadoypedanteríaamansalva que se extienden a lo largo y ancho del calendario. ¿Su repercusión? Poca, por no decir nula, lamentablemente. Salvo para los freaks de lo impreso (y lo digital), entre los que me cuento. Lo que ocurre en el Festival de Guadalajara se queda en el Festival de Guadalajara. Como en los afterhours de medio mundo. Por eso, esta mañana, despeinado, he llegado yo solo a la conclusión de que el mayor festival literario del mundo es el Festival de Cannes.

Y es que, no nos engañemos, Cannes lo es todo. Cannes no es solo cine. Cannes es LA CITA CULTURAL. Cannes ha encumbrado (y lapidado) no sólo a miles de cineastas sino también a miles de escritores (que iban de noviazgo con una película). Cannes ha hecho temblar y regocijarse a las editoriales de medio mundo. Cannes ha puesto en el mapa a Miguel Delibes, a Dennis Lehane y a miles de plumas que se pasearon por la Croisette anonadados ante el despliegue del Festival (la única manera posible de pasearte por la Croisette a no ser que seas Madonna, Harvey Weinstein o Thierry Fremoux).

Este año no es distinto. Este año Cannes estará repletito de literatura. Así que me he propuesto hacer un post pseudo-periodístico (yo no soy periodista) al uso, intentando ser informativo (algo que me cuesta horrores, lo reconozco, porque a mí de lo que me apetecería hablar es de cómo a veces también yo me siento como Katherine Hepburn en “Larga jornada hacia la noche”: encerrada, bajo sospecha, con subidones y muy despeinada).  Pero me olvido de las neuras y las patologías sentimentales y me planteo recomendaros unos libros que estarán presentes en Cannes, y que, si te gusta eso de leer, no deberías perderte (antes de que lleguen las correspondientes películas). Podrás decir aquello de “uy, el libro es mucho mejor”. La diferencia es que esta vez sabrás de lo que hablas:

 

1.- “TÚ Y YO” de Niccolò Ammaniti. Bernardo Bertolluci dirige y presenta fuera de competición la adaptación de esta deliciosa novela corta con dos adolescentes de protagonistas. Lorenzo se encierra en un sótano para pasar su semana de vacaciones lejos de todos. Pero su hermana Olivia, un huracán de vitalidad, irrumpirá en ese descanso del mundo que se ha propiciado Lorenzo para si mismo. Una novela corta bella, provocadora, lírica, alejada del hijoputismo delirante de esa tronchante “Que empiece la fiesta” (del mismo autor). Un libro delicioso para espíritus sensibles (que no babosones).

 

 

2.- “COSMÓPOLIS” de Don Delillo. Cronenberg presentará la adaptación de la que promete ser una de las comidillas de Cannes. La peli está protagonizada por Robert-Crepusculito-Pattison. Delillo pertenece, por derecho propio, a esos clásicos de la literatura americana que aún están vivos. Poderoso, extraño, a menudo hermético, a veces brutal, este libro transcurre en un día en el que un financiero recorre la ciudad en una limusina. No esperes un JG Ballard (otra de las famosas adaptaciones de Cronenberg) ni un Burroughs (cómo se atrevió) y, si tuvieses que leer un Delillo, te recomendaría “Submundo”, pero bueno, quedarás muy bien con un posible ligue si le hablas de este libro. Este libro da glamour.

 

3.- “EN EL CAMINO” de Jack Kerouac. Proyecto largamente acariciado por Coppola (dicen que es su libro favorito) es una de esas novelas que no necesita presentación. Manifiesto fundacional de la generación beat. Un clásico contemporáneo. Miles de historias alrededor de él, de su autor, de las personas reales que encierran los nombres de los personajes… se ha dicho todo acerca de él. Si hasta lo han utilizado para un anuncio. Si recuerdas aquel spot de un coche que decía: “la única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas…” ya va siendo hora de que descubras que no fue un hallazgo publicitario sino un plagio en toda regla de las páginas de esta novela. MUERO de curiosidad por ver cómo han sido capaces de trasladar a la pantalla la poesía descarnada bop de carretera que encierra este libro. La intensidad y ritmo arrollador de sus palabras. Un libro de esos que con total facilidad puedes catalogar como inadaptable. A priori, que un blandengue llamado Walter Salles sea el encargado de hacerlo, me hace temblar de puro terror. Pero le daremos una oportunidad. Aunque sea por morbo.

 

 

4.- “EL CHICO DEL PERIÓDICO” de Pete Dexter. Ésta iba a ser la primera película americana de Pedro Almodóvar. Escribió el guión y durante muchos años el proyecto estuvo sobre su mesa. Pero al final no fue él quién la llevó a cabo. Un thriller con el sur de EEUU como telón de fondo, “El chico del periódico” es de esos libros que no dejas ni para ir al wc, en la mejor tradición del melodrama noir americano. Pántanos, asesinatos, mujeres locas de obsesión y una historia de crecimiento emocional sellan un libro anfetamínico. Qué pena que no haya sido Pedro el que la llevara al cine. Hubiese sido una bomba. No concibo a ningún director de cine capaz de fotografiar el sudor y el deseo como Pedro y esta novela está repleta de él.

 

 

Y ya, que cuatro libros dan para mucho. Así que sal, hazte con ellos y enciérrate en casa hasta que termine el Festival. La próxima vez que te llame un colega contesta con un halo de distancia en la voz: ya te llamo a la vuelta, estoy en Cannes. Y, en el fondo, no estarás mintiendo. Estarás viviendo tu propio Festival en ropa interior comiendo helado sin moverte de casa, que, como todo el mundo sabe, es la mejor de las maneras de ir a Cannes.

BLOG Ocho y Medio “VISCONTI HA MUERTO”.