De la Puríssima: retrato intermitente
Javier Giner nos habla de su última locura, que define como “cosa” y que le une a la artista Julia de Castro, conocida como De la Puríssima, en un viaje en el que roban un cuadro y pierden el miedo
Àlex Montoya
“Es un festival internacional que une cine, arte y música, creando ediciones en continua transformación con el contexto”. Así se autodefine el Rizoma, festival en el que se unen propuestas cinematográficas, artísticas y musicales, y que celebra su cuarta edición (24-28 de julio) en el Matadero de Madrid. Una de las propuestas más curiosas del certamen este año es ‘Anatomía de una criminal’, pieza de media hora en la que unen esfuerzos, creatividad e improvisación el cineasta Javier Giner y Julia de Castro, más conocida como De la Puríssima. Actriz y cupletista contemporánea, es la protagonista de un insólito proyecto que Giner define como “cosa”, ante la complicada tarea de etiquetar algo que navega entre la docuficción y el cine de guerrilla, rompiendo las fronteras de los formatos (no es un corto, ni un largo, ni siquiera un mediometraje, sino todo lo contrario).
Nacido “de la voluntad de ambos de tener una colaboración artística”, cuenta Giner, ‘Anatomía de una criminal’ tiene un cuadro de la protagonista (pintado por Óscar Tusquets y comprado por la Fundación Can Framis para su museo, en Barcelona) como leit-motiv de una paranoica road movie que lleva por las calles de Barcelona a Julia de Castro. A ella, al cuadro en cuestión, y al equipo de rodaje, en teoría contratado para filmar una perfomance, pero que se ve envuelto y acaba participando en la locura de un robo. A partir de ahí, todo es tan desconcertante como loco: “Buscábamos una excusa para ir más allá. Me sorprende mucho la reacción entusiasta de quienes han visto esta pieza, porque mientras rodábamos no éramos nada conscientes del valor que podría darle la gente”, explica Javi Giner. “Creo que transmite sensación de libertad, de viva la pepa. Y hay ciertas lecturas que he descubierto una vez hemos terminado el montaje.”Director de cortos como ‘El amor me queda grande’ o ‘Night Flowers’, y en plena preparación de su salto al largo (con un guión que remata a cuatro manos con Jota Linares, otro nombre que deben retener), Giner relata su comunión con De Castro: “La conozco desde hace años, y compartimos la pasión por las cosas, por ir más allá, una cierta adoración por saltar al vacío, una valentía casi suicida”. Ambos pierden el miedo (en un momento de la pieza se cita a Bergamín y se habla del miedo; al toro, al público y a uno mismo…). Ambos, cineasta y actriz, se desnudan: él, respecto a las ataduras de los rodajes convencionales (“adiós a los planos medidos y las marcas en el suelo, adiós al control, a la zona de confort”), ella literalmente. “Queríamos despojarnos de todo y ver qué ocurría; el equipo se convertía en parte de la historia, y los límites entre ficción y realidad se volvían tan difusos que nunca sabías qué era verdad y qué no. Queríamos un balón de oxígeno en tiempos de tanta corrección… hacer lo que nos apeteciera. Si salía bien genial, y si no… también”.

La idea era echarse a la calle durante los tres días de rodaje, y dejarse llevar por lo que se encontraban (ya fuera otro cuadro, con otro desnudo, esta vez de Belén Esteban; ya fuera una Virgen tirada a la basura…), algo que incluyó un sentido homenaje a ‘Ocaña, retrato intermitente’ (Ventura Pons, 1978). Todo con un punto de provocación formal y conceptual, muy del estilo de lo que suele ofrecer De la Puríssima: “Era importante que la pieza reflejase de alguna manera lo que yo he sentido muchas veces viendo actuar a Julia: esa especie de feminidad, de sensualidad, también de puterío… un poco lo que es el cuplé, y su forma de cantarlo, que es provocador y tiene mucha fuerza y mucha verdad, como un reflejo de como yo veo a Julia. No hay afán de provocar por provocar, sino ganas de ser fiel a lo que yo creo que representa”.